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A menudo, como maestros o adultos significativos para los niños, nos enfrentamos diariamente a los retos que conlleva el participar en la educación de los pequeños. Si bien es cierto que un maestro o maestra pasa años estudiando una carrera de educación para obtener todas las estrategias posibles a implementar con sus grupos, cada grupo de niños es diferente, cada niño es diferente, y año tras año se enfrentan a nuevas posibilidades.

Cuando se trata de ejercer la disciplina, seamos padres o maestros, la mayoría de las veces lo hacemos desde lo que aprendimos por lo que nos enseñaron nuestros padres, por el estilo de crianza que nos impartieron, sin atrevernos a mirar un poco más allá. La disciplina que usaron con nosotros cuando éramos niños, se basaba en seguir parámetros establecidos por los adultos, alcanzar sus expectativas, obedecer a determinadas normas, ya que de lo contrario deberíamos asumir castigos también dictados por el adulto, que no podíamos refutar y que en algunos casos afectaban directamente nuestra dignidad y carácter.

Tipos de corrientes sobre crianza

Actualmente, existen varias corrientes en temas de crianza y educación, desde las más tradicionales, hasta las más alternativas como pueden ser la Crianza Respetuosa, Crianza con Apego y Disciplina Positiva. Ésta última ha tomado mayor auge en la actualidad, porque puede aplicarse tanto en casa como en el aula, y no se trata sólo de respetar los intereses, necesidades y ritmos del niño, sino también de establecer límites claros con los que el niño está de acuerdo. ¿De qué se trata en sí la disciplina positiva? Se trata de enseñar valores y normas, en ambientes donde reina el afecto y la comprensión; de corregir conductas inadecuadas que los niños puedan presentar, desde la calma y la reflexión, de trabajar con consecuencias naturales a determinados comportamientos en lugar de castigos, y de reforzar positivamente aquellas conductas que deseamos que el niño mantenga para mantenerlo motivado.

Como adultos siempre seremos una figura de autoridad para los niños, sin embargo, más que estancarnos en ese papel de figura de autoridad, debemos además colocarnos en el papel de modelo a seguir para nuestros chicos. Recordemos que los niños, y sobre todo en edades tempranas, aprenden por imitación, como esponjas que absorben todo lo que ven, así que si queremos que un niño aprenda a comportarse, primero debemos saber cómo comportarnos nosotros mismos. ¿Cómo podemos pedirle a un niño que no grite, si cuando queremos llamarle la atención nosotros le gritamos a él? Es algo contradictorio, no hay mejor forma de que un niño aprenda, que a través del ejemplo.

 

¿Cómo podemos aplicar entonces la disciplina positiva en el aula?

Como maestro, hay muchas cosas que puedes hacer. En primer lugar, deja de lado las etiquetas. Usualmente cuando un niño presenta comportamientos que pueden ser disruptivos o inadecuados, tendemos a etiquetarlo como el “tremendo”, el que “siempre se porta mal” y el que “no hace caso”, o por el contrario si es un niño al que le cuesta terminar las actividad o se distrae con facilidad, tendemos a decir que vago o distraído. Sin saberlo, al colocar todas estas etiquetas estamos reforzando esos comportamientos, ya que inconscientemente el mensaje que les transmitimos es que ellos no serán algo diferente a lo que nosotros pensamos de ellos. Es por eso que es tan importante dejar las etiquetas a un lado, y enfocarnos en el niño, en el ser humano que tenemos delante de nosotros. En segundo lugar, como se menciona anteriormente, se trata de modelar con el ejemplo. Si somos maestros capaces de perdonar, reflexionar, de actuar desde la calma y cumplir las promesas que hemos hecho, muy probablemente nuestros niños también lo serán, porque verán en ti como maestro o maestra una figura de autoridad que no es tan diferente de ellos, que también se equivoca pero que es capaz de usar el error como oportunidad de aprendizaje y trabajar en él.

disciplina infantil

Asegúrate de darles la libertad de resolver sus propios problemas, siempre con tu supervisión. Si se presenta alguna situación de pelea o confrontación en el aula con algunos de tus chicos, llévalos reflexivamente, a que sean ellos mismos quienes solucionen el problema. Hazles preguntas que los inviten a pensar un poco en lo que acaba de suceder, no busques culpables, deja que ambos niños o grupos asuman su cuota de responsabilidad, y busca junto a ellos, diversas opciones de solucionar el problema. Por ejemplo, María golpeó a rebeca porque ésta sin querer la tropezó, e hizo que María se saliera de la línea mientras coloreaba su dibujo, y de allí, se inició una gran pelea.

En una situación así, normalmente, culparíamos a María y ella recibiría un castigo, que aún molesta deberá aceptar. Desde la disciplina positiva, ¿Qué podemos hacer? Llama a ambas niñas aparte y conversa con ellas. Deja que cada una te cuente su versión de los hechos, y a partir de allí brinda tú una conclusión. Cuestiónalas y hazlas que se coloquen la una en el lugar de la otra. Pregunta a María qué hubiera pasado si la situación fuera al revés y hubiera sido ella quien sin querer tropezó a Rebeca y arruinó su dibujo, ¿Le gustaría que le pegaran? Pregunta a Rebeca, ¿si tú fueras María y alguien más arruinara tu dibujo, incluso in intención, que quisieras que esa persona hiciera? Probablemente María te contestará que no quisiera recibir un golpe por tal motivo, y rebeca te dirá que lo más sensato sería pedir disculpas. Los niños tienen la capacidad de reflexionar acerca de sus actos, pasa que a menudo creemos que no es así, y simplemente no les damos la oportunidad.

Para finalizar, colócate tú la etiqueta del respeto, no podemos pedirle a un niño que sea respetuoso, si él es irrespetuoso, sea porque apuramos su ritmo de desarrollo, sea porque no le damos el tiempo suficiente para recrearse, sea porque le regañamos en público y no lo elogiamos nunca. Repetimos, la forma más efectiva de que los niños aprendan es a través del ejemplo, y si ellos y toda su esencia es respetada, seguramente estamos educando a niños capaces de respetarse a sí mismos y a otros, que luego se convertirán en adultos respetados y respetuosos.

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